Vivimos en la era de la velocidad. No movemos con más rapidez que nunca. Nos esforzamos por hacer las cosas más deprisa para ser más eficientes pero pagamos un precio muy alto para someternos a un ritmo de vida vertiginoso y descontrolado.
Algunos días, todo nos supera. Nos sentimos ahogados, desbordados, incapaces de razonar o de gestionar los contratiempos. “Cálmate”, “respira”, “toma distancia”, nos decimos a nosotros mismos instándonos a apretar el botón de pausa.
Esta actitud de parar la máquina, hacernos a un lado y considerar el problema desde otro ángulo, la tenemos todos y lo hemos podido comprobar en los momentos difíciles de nuestra vida: una enfermedad, un accidente, una muerte.
De pronto, todo lo demás se vuelve superfluo, anecdótico. Pero en nuestra vida cotidiana no es fácil alcanzar un estado de distanciamiento y serenidad.
Necesitamos tomarnos nuestro tiempo. Pararse, considerar con tranquilidad aquello que nos altera, no dejarnos dominar por nuestro estado de ánimo es indispensable para vivir con más serenidad, con los otros y con nosotros mismos.
Para seguir haciendo camino:
Un libro: Elogio de la lentitud
Autor : Carl Honoré
Editorial RBA, edición de bolsillo
Páginas 330, Precio 7,5 €
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3 comentarios:
Comparto tu reflexión sobre el tiempo y los agobios que nos dominan en la vida, amigo Felipe; por eso me voy a marchar unos días- muy pocos- a descansar de cara al mar océano en la "Barrosa" y a disfrutar viajando sin prisas.
Si amaramos un poco más la vida y todo lo que nos rodea, "otro gallo nos cantaría".
Hasta dentro de unos días no tomaré café contigo; pero vuelvo pronto.
Un abrazo.
Buen descanso y a disfrutar para cargar las pilas para la próxima temporada.
Un abrazo
Mi querido Felipe, aunque no me pare a “tomar café” de forma “oficial”, si que paso por la “cafetería” de vez en cuando y siempre te digo “Good morning”…, aunque en silencio.
Hoy, al pasar, he recordado que ya hace tiempo que me habías hablado del libro “Elogio de la lentitud” y también me he acordado de un pequeño texto del profeta Isaías (30, 15-18) que dice así:
“[15]Así decía el Señor, el Santo de Israel: VUESTRA SALVACIÓN ESTÁ EN CONVERTIROS Y TENER CALMA, VUESTRO VALOR CONSISTE EN CONFIAR Y ESTAR TRANQUILOS. Pero no quisisteis, y dijisteis:[16]---No. Huiremos a caballo. ---Está bien, tendréis que huir. ---Correremos a galope. ---MÁS CORRERÁN LOS QUE OS PERSIGAN.[17]Huiréis mil ante el reto de uno, huiréis ante el reto de cinco, hasta quedar como asta en la cumbre de un monte, como enseña sobre una colina.[18]Pero EL SEÑOR ESPERA para apiadarse de vosotros, AGUANTA para compadeceros porque el Señor es un Dios recto: dichosos los que esperan en él.”
Muy en sintonía con el mensaje del libro, ¿verdad?...
Un abrazo cordial. Manolo.
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