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Pasa, tómate un café y comparte ideas, imágenes y música que nos ayuden a hacer camino al andar, mientras buscamos sentido a nuestras vidas e intentamos entender el mundo que nos rodea.

miércoles, junio 29

Para pensar


Llego a esta información  a través de Atrio, son datos, pero creo que merecen la pena ser pensados y reflexionados y que nos debería llamar a actuar.
Los obispos constituyen la institución que menos confianza (3.0) inspira a nuestra ciudadanía, menos incluso que los Bancos (3.6), las multinacionales (3.4) o los partidos políticos (3.2) —en una escala evaluativa de 0 a 10—, según la última oleada del Barómetro Continuo de Confianza Institucional de Metroscopia, que ordena a más de cincuenta instituciones y grupos sociales en función del grado de confianza que infunden. La Iglesia Católica, en su conjunto, obtiene un 4.0 (lo que la coloca en una zona medio-baja del ranking general) y su obra social, que consigue un 4.7, queda situada en una aceptable franja media, junto a los fiscales, por ejemplo, o a los ayuntamientos. No hay pues confusión posible: es específica y exclusivamente a los obispos (que son parte significada de la Iglesia, pero no toda la Iglesia) a quienes nuestra ciudadanía concede el “farolillo rojo”.

¿Anticlericalismo visceral? Parece dudoso: más del 70% de los españoles se definen como “católicos” (con más o menos matices, bien es verdad) y ya ha quedado indicado además cómo otras dimensiones de la Iglesia cuentan con una clara mejor imagen social. ¿Incomodidad entonces ante lo que la ciudadanía probablemente percibe como excesiva propensión por parte de los prelados a intervenir en la vida política, a manifestarse en la calle, a hacer declaraciones altisonantes y en ocasiones dudosamente caritativas? Probablemente. A fin de cuentas, y también según una encuesta reciente de Metroscopia, una masiva mayoría de ciudadanos (74%) considera que los legisladores deben realizar su tarea sin tener en cuenta consideración religiosa alguna. Nuestra sociedad tiene claro que entre lo que son competencias exclusivas "del César" — y no "de Dios"— está el dictar normas jurídicas (que no éticas) para todos, creyentes y no creyentes.  Y no cabe excluir  que la desmesura crítica y las puntillosidades excesivas (en unos temas —ay— más que en otros) antes que iluminar y remover conciencias estén quizá contribuyendo a desconcertarlas y alejarlas: en la actualidad apenasuno de cada cinco españoles se considera “católico practicante”, la cifra más baja de los últimos cincuenta años.
¿Qué pensáis vosotros?

lunes, junio 20

Está empezando

Mucha indignación, mucho enfado y sin nada de violencia. Algo está ocurriendo. Miles de personas de 50 ciudades se han manifestado al margen de los partidos políticos, buscando fórmulas de articularse.

Despreciar este movimiento, despacharlo con unas frases insulsas, tirar balones fuera, ya no vale.

Ha llegado el momento de empezar a tomarnos en serio este clamor ciudadano que muestra la indignación de muchos ante la manera como se han hecho las cosas en los últimos años.  Ha empezado algo que puede ser muy gordo. No está la gente, ni los tiempos para que algunos, nuestros políticos, y ¡cómo no!, nuestros tertulianos,  se dediquen a rasgarse las vestiduras.

Hay un runrún, un clamor que invita a la gente a dar un paso adelante y aquellos que no sepan, no piensen, no hacen, se hagan un favor, -a ellos y a nosotros- que se marchen a casa.

La frustración por tantos sueños rotos se respira en el ambiente. Es verdad que no está claro el camino a seguir. Pero hemos empezado a caminar y Machado nos recuerda en sus famosos versos, que no hay camino, que se hace camino al andar.

El subtítulo de este blog es una llamada similar: hagamos camino al andar.

Me gustaría encontraros en él.

viernes, junio 17

Ahora nos toca a nosotros

Mucho se ha hablado de los sucesos protagonizados por las asambleas de “indignaos” en diferentes regiones españolas. Unos aprovechan para llamarles terroristas, guerrilleros urbanos, etc. Otros alaban sus acciones al impedir el desalojo de diferentes familias de sus casas por impago de las hipotecas.


Sin embargo, cabe preguntarse ¿hemos aprendido algo de lo sucedido? ¿Qué han aprendido los partidos políticos? Qué han aprendido los integrantes de los grupos de Indignaos? Y quizás la pregunta más importante, ¿qué hemos aprendido los ciudadanos en general de esto?.

¿Nos va a ayudar a corregir el rumbo e iniciar reformas importantes a nivel económico, político, social, educativo, judicial?


Hemos visto que se puede alzar la voz y protestar, exigiéndoles a nuestros representantes políticos   una acción decidida a favor de los más necesitados, de los más pobres, de los más indefensos. No debemos callarnos por sistema y si tener  la obligación de manifestar nuestra opinión y exigir medidas eficaces. Que trabajen buscando un  futuro más digno.

¿Qué piensa Stéphene Hessel, autor del libro “Indignaos! de lo sucedido?

Se reafirma en sus ideas, rechaza de plano toda violencia, considera intolerable el intento de paralización de las instituciones de representación democrática y nos anima a encontrar un camino para seguir expresando nuestro compromiso hacia el futuro con actitud pacífica y tolerante.

Ánimo y adelante.


lunes, junio 13

Crecemos

Las últimas previsiones sobre población nos hablan de que es muy probable que superemos los 10.000 millones de personas a finales de siglo. Esto ha traído de vuelta los viejos temores de que el planeta no puede soportar a todos los seres humanos que queremos habitar en él.

Los seguidores de la vieja teoría de Thomas Malthus afirman que un florecimiento de la miseria es inevitable con ese aumento de la población.

Está claro que hay problemas que exigen su solución ante ese aumento. Pero si observamos algunos indicadores, publicados por una encuesta de la ONU, nos encontramos con cosas muy curiosas. La mayoría de las personas afirman ser felices. Muy pocos ciudadanos de determinados países afirman ser infelices.
En Bangladesh, a pesar de su baja renta y sus malas condiciones sanitarias, el 85 % de la población afirma sentirse muy felices. Los nigerianos se consideran muy felices en un porcentaje del 75 %. Igual que los habitantes de China.

Estar vivo es para estas personas muy bueno. Aumentan sus perspectivas de vida, pasan de 68 años a 81 años para finales de siglo.

El problema es el aumento del consumo per cápita. Y eso no es culpa de los africanos. Es culpa de los países ricos, que son los que consumen casi todo. Los 650 millones de personas más pobres del planeta viven aproximadamente con el 1% de la renta de los 650 millones más ricos.

Volvemos a lo de siempre el mal reparto de la riqueza de este mundo.

Para saber más:

Terror demográfico, por Charles Kenny
Depende envejecimiento global, por Philip Logman,

viernes, junio 3

Cuando la vida tenía en cuenta al otro

 María Victoria me envió este powerpoint.Creo que merece la pena verlo, leerlo y escucharlo. Y por supuesto reflexionarlo.

Primavera árabe, verano europeo

Las protestas ciudadanas en España reflejan el divorcio cada vez mayor entre sociedad y políticos que vive Europa, así como las carencias de sus sistemas democráticos. 

Hace unos meses veíamos como el mundo árabe se lanzaba a la calle exigiendo cambios a su clase política. Ahora han sido los europeos, empezando por los ciudadanos madrileños los que inician las protestas. No es adecuado igualarlos. Parten de posiciones muy diversas a nivel político, económico, social e incluso religioso. Pero existen coincidencias que deberíamos tener en cuenta. Han sido movimientos prácticamente espontáneos, donde se destaca la importancia de las redes sociales, Facebook y Twitter que una vez más se ocupan de globalizar lo sucedido y recabar apoyos en otros países.


El movimiento del 15-M ha servido para que la llamada generación perdida se haya desbordado ante  la situación por la que atraviesa. La principal causa de indignación (el papel de los intelectuales llamando a la indignación, a reaccionar y a comprometerse ha sido decisivo) ha sido contra la clase política, nuestro bipartidismo imperfecto, la tolerancia frente a la corrupción, el mirar para otro lado de la prensa, son algunos de los síntomas de la pobre calidad democrática de nuestra nación.

Todo esto ha servido para demostrar de manera inequívoca lo alejada que está nuestra clase política de la realidad social. Como en el resto de Europa la brecha no hace sino aumentar.

La frustración social generada por las ganancias de los ejecutivos, los tratamientos dados a la banca, los abusos y poca representatividad de la clase política, son ejemplos del divorcio cada vez mayor entre sociedad y políticos.

Ha llegado el momento de empezar una seria renovación cívica y política.

Para saber más:

Europa tiene miedo por Ana Carbajosa
La depresión española, por José Antonio Gómez Yañez
Los pupitres de la recesión, por Valentí Puig
La mirada de los otros, por Giles Tremlett
Depende: pobreza, por Berbardo Kilksberg