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miércoles, julio 14

Carta a Iñaki Gabilondo

Navegando por Internet en mi lectura de periódicos digitales me encuentro con esta carta de José González Faus a Iñaki Gabilondo. Me parece una muy interesante reflexión y os recomiendo su lectura.


Querido Iñaki: En tu programa de CNN+ el pasado jueves, te preguntaste varias veces cómo ha surgido entre nosotros esa joven generación de deportistas que, además de su gran calidad, son chicos serios, sencillos, disciplinados, trabajadores y humildes: ¿son una rara excepción o un indicio prometedor en nuestra sociedad?
Creo que los que te respondieron en el programa recurrieron a tópicos de rigor y que tu pregunta -como tantas otras que planteas- merece una reflexión más seria. Quizá yo hablo desde mis muchos años, pero aquí va un elemento de respuesta.

Esos deportistas han tenido algo que no tienen hoy nuestros jóvenes: una formación basada en el esfuerzo, la disciplina, la paciencia y la aceptación de muchas derrotas. Yo conocí algo de eso, junto a otros mil defectos que tuvo mi educación (rigor, miedo, falta de apertura a la justicia social...). Pero, en la sociedad de mi infancia, esfuerzo, paciencia y disciplina eran patrimonio común de todos: en la derecha el esfuerzo para el enriquecimiento y el propio egoísmo. En la izquierda el esfuerzo por la solidaridad y la justicia.

Creo que hoy casi no queda nada de aquello. La derecha ha descubierto que no son necesarias la paciencia ni el esfuerzo para enriquecerse: aquel capitalismo de corte calvinista que describió Max Weber, basado en esfuerzo paciente, ha sido sustituido por la especulación financiera y el llamado capitalismo de casino: hay maneras mucho más fáciles y rápidas de enriquecerse.

Y los inacabables casos de corrupción entre nosotros, creen algunos que no son excepciones sino puntas de iceberg: porque aunque se corre algún riesgo con eso de la corrupción (o la evasión fiscal), tampoco es un riesgo demasiado grande y, en cambio, es mucho más rentable que el del esfuerzo paciente.

A su vez, la izquierda ha abandonado también el esfuerzo paciente y se ha travestido en lo que otras veces llamé "izquierda barata" (parodiando una frase del mártir Bonhoeffer que acusaba a su protestantismo de caer en "la gracia barata"), o izquierda "de cintura para abajo".

No importa el nombre pero quizá sí que importa la clásica pregunta que hace Habermas: sin un fundamento absoluto e incondicional ("religioso" dice este autor) para la solidaridad ¿es posible a la larga mantener el esfuerzo y la disciplina necesarios para intentar cambiar el mundo, exponiéndose además a no ver los resultados de ese esfuerzo?
Creo que en eso del esfuerzo y la capacidad de renuncia reside la diferencia entre esa generación de deportistas y buena parte de nuestra juventud.

Dicho esto, quisiera agregarte, que más allá de los efectos adormecedores y alienantes que hoy nos producen la Roja, y Nadal y Contador y Lorenzo... tengo muchas críticas contra la estructura del deporte en nuestro mundo. Los gastos de la Fórmula Uno, o del París-Dakar (perfumados con unas gotitas de solidaridad, para disimular), claman literalmente al cielo. De la trata de mujeres que ha desencadenado el mundial de Sudáfrica, los medios no habéis dicho nada. Y la dignidad de una sola mujer vale más que una copa del mundo.
Suelo decir, y perdona, que, bajo capa de una neutralidad informativa, los medios de comunicación tenéis el defecto de alinear al mismo nivel, y presentar en el mismo escaparate, la mierda y el jabugo. Con el inconveniente ulterior de que, como la primera es mucho más barata, acabáis dándonos mayores dosis de ella.

Y sin embargo, volviendo a la juventud para terminar, hay otro grupo de jóvenes que merecerían más presencia pública y de los que vosotros no soléis hablar (bien sea porque no los conocéis o porque teméis perder audiencia).

Son chavales y chavalas que dedicarán buena parte, o la totalidad, de sus vacaciones no a ir a Sudáfrica y ver el mundial, sino a trabajar solidariamente en el Tchad, en el Congo, o en países sudamericanos. La triste muerte de cuatro de éstas muchachas en un accidente en Perú, nos las ha puesto un momento de relieve. Pero apenas les hemos dedicado nada más allá del espacio estricto de la noticia. Y sin embargo, se merecían muchas más páginas de las que se ha llevado la Roja.

Esta es mi humilde respuesta. Ya te dije que puede que sea sólo el clásico lamento de viejo. Pero a lo mejor da algo que pensar. Y tú, no dejes de lanzarnos ese tipo de preguntas como la del pasado ocho de julio. Un abrazo.

Para saber más:
José González Faus : Carta abierta a Iñaki Gabilondo
Iñaki Gabilondo: CNN+

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felipe, estos artículos bien elegidos y muy significativos de esta sociedad, lejana y cercana, me han inspirado esto que te digo, bueno en realidad lo he reducido a esto, pero me mueven como creo que a muchos en estas sensaciones...Gracias, el café así, fuerte y con intenso aroma. Empecemos la tertulia...

Este no es cualquier país, no, es mí país. Capaz de parar su marcha por un mundial de fútbol ¡ole ahí!, “que paren el mundo que yo y otros tantos nos bajamos”. Hemos cambiado el rumbo por un tiempo gracias a este acontecimiento. Bien, jugaba España, era un mundial…repito,…bien, jugaba España, era un mundial. El significado es tan, tan…que no le resto importancia pero, ¿tanta? Quiero que me cale dentro, quiero entenderlo, así es que, bien, era un mundial, jugaba España contra Holanda, pero no, no alcanzo a sentir ese azoramiento, esa sensación de plenitud que hace que importe poco el resto que nos rodea, lo cotidiano. Ahí están, esas camisetas rojas por doquier, esas banderas mires donde mires, ese hablar, hablar...no, no del hambre, del miedo a las lapidaciones, de las mutilaciones, de los genocidios, de las guerras…,no perdón, era el mundial y en el tiempo que duró el partido se decidió lo que es mi país y sus jóvenes deportistas ¿Cómo dice Gabilondo?¡ah! jóvenes con una formación basada en el esfuerzo, la disciplina, el coraje (bueno, eso lo digo yo, que para el caso es lo mismo), paciencia, aceptación de derrotas…de fútbol, claro, pero mi país, tan auténtico, después de esta catapulta de acontecimientos que han hecho llorar a tantos hombres fuertes, capaces de soportar los peores contratiempos, pero emocionados hasta la médula con nuestra, repito…nuestra…victoria,(es para ver si la hago más mía y soluciono con ello mis problemas económicos), aunque sí tiene algo mío, Victoria, que yo la llevo a gala por ser mi apellido, el que mi padre me dio. Pues ea, aquí me hayo, con los mismos lastres que la semana pasada, al igual que tantos y tantos desgraciados como yo, con los mismos miedos y sinsabores, con las esperanzas puestas en mi propio esfuerzo, porque mis políticos, sin dudarlo, nos conducen con camino recto hacia la mierda y no al jabugo, como nos dice José Gonzáles Faus.
Amnistía Internacional, nos ha hecho participes de la desgracia de Sakineh Mohammadi, mujer adúltera según cuenta su condena, para evitar su lapidación por ese adulterio, cierto o no, da igual para ellos, porque es el mismo resultado para ella. Pues bien, todos a la calle, con o sin camisetas, sin fotos de esa pobre desgraciada en nuestros balcones, con nuestros monarcas al frente como en el mundial, en clara manifestación de solidaridad con ella y gritar hasta que duela al mundo, al igual que hemos realizado con nuestra selección, que la liberen, que esa muerte no la merece ni un perro, y todo, con la fuerza de un país luchador, el nuestro, que pide lo ciertamente justo. ¿Os apuntáis a este mundial por Sakineh?

MARIA VICTORIA CANO

ftz dijo...

Hola María Victoria, gracias por compartir café con nosotros. Le has dado más aroma y sabor.
Somos un país viejo, con muchas heridas en la piel y muchas derrotas en las batallas que nos ha tocado vivir.
Pocas veces hemos sabido elegir la guerra que nos convenía, suponiendo -que es mucho suponer- que haya alguna que merezca la pena.
Desgraciadamente la historia la cuentan, casi siempre, los vencedores y por eso nos vemos obligados a repetirla.
Pero ya no basta con ser perdedores y sufrir en silencio, nos toca actuar, intentar que las cosas mejoren y sobre todo luchar con nuestras modestas armas, palabras, cafés compartidos, propagación de ideas, quejas y gritos de no es eso, no es eso...
Es una manera de ir dejando la mierda y empezar a probar el jabugo. Seguro que su magnífico sabor nos anima a seguir degustandolo. Y la victoria estará a nuestro alcance.
Un cordial saludo