nos estamos haciendo mayores

Mi mujer, Inés, y yo solemos bromear cuando nos sorprende o no acabamos de entender algo que vemos en televisión o leemos en la prensa, solemos decirnos, con una sonrisa,  el uno al otro : “te estás haciendo mayor”.

Aunque lo usamos como broma, ambos sabemos que es verdad. Además de ciertos síntomas que van apareciendo un nuestras vidas -que no os voy a contar- nos cuesta cada vez más, seguir la velocidad de las imágenes de los telediarios, nos cuesta trabajo retenerlos en la retina o en la memoria: el último chisme, la canción de moda, el estreno de la semana, el fichaje del año, el enésimo fracaso de alcanzar un acuerdo por nuestros políticos, el penúltimo intento de linchamiento mediático de Jesulín  o de Isabel Pantoja, la familia de un torero yendo de plató en plató para hablar de la sexualidad de su hijo, ¡de 40 años!, los debates (?) entre tertulianos – algunos presumen de periodistas, ( yo pienso que sus profesores rezaran para que no se sepan sus nombres)- hablando de temas tan interesante acerca de  si éste o aquella se han acostado juntos o separados, en un hotel o en su domicilio.

Podríamos seguir, nosotros queremos pensar que no son cosas nuestras, sino que la información que consumimos nos llega de forma tan caótica que hay que dedicarle mucho esfuerzo a filtrarlas y ordenarla para que sus falsedades, medias verdades y estruendos no nos desenfoque la mirada y nos alejen de lo realmente importante;  de nuestra forma de sentir y entender la realidad.

Esa necesidad de establecer orden – incluso cierta jerarquía- es a la que nos referimos cuando hablamos de “hacernos mayores”