los músicos del Titanic

Todos recordamos la escena. Después de chocar con un iceberg el barco empieza a hundirse y el capitán ordena su desalojo. Con sus miedos y abandonando las cosas que tienen empiezan a subir a las barcas intentando salvar sus vidas.

Los miembros de la orquesta del barco, sin inmutarse, deciden seguir tocando. Volvamos al presente. Viajamos en un barco en el que todos somos conscientes de la existencia de grietas. Grietas que no se cierran y amenazan con hundirlo. Sabemos que vivimos en una crisis que empezó en el sistema financiero sin embargo, no hay noticias de querer modificarlo, incluso hemos ayudado a que se continúe igual.

Tenemos organismos internacionales que siguen reuniéndose para charlar, esa es la sensación, tocan la música como la orquesta del Titanic, pero dan la imagen de no ser conscientes de la realidad, nos asustan con pandemias y nos hacen gastar verdaderas fortunas en vacunas y luego comprobamos que estábamos alejados de la realidad.

Algunos países, Israel, Corea  e Irán entre otros amenazan o llevan a cabos acciones lejos de la legalidad internacional y no nos damos por aludidos. Seguimos tocando la música.

El último informe de Cáritas nos habla de  un aumento serio de los niveles de pobreza, seguimos discutiendo, pero no terminamos de buscar medidas eficaces que por lo menos empiecen a mejorar la solución.

Posiblemente la soluciones no sean fáciles, posiblemente seamos incapaces de encontrar algunas que puedan ser admitidas por todos.

Pero hay algo que si podemos hacer. Dejar de tocar la música como si no hubiera sucedido nada. Levantemos nuestra voz.  Escribir en nuestros blog, en la prensa. Llamemos a la radio. Firmemos manifiestos. Todo antes que callarnos. Exijamos acuerdos. Nadie está en posesión de la verdad. Dejemos de encontrar en los otros al enemigo.  Empecemos a trabajar para mejorar la situación antes de naufragar del todo. Todos vamos en el mismo barco y no somos músicos.

 ¿O quizás sí?