Si decimos que hay que tolerar cualquier opinión o forma de vida podemos deducir de ello que ese ejercicio de tolerancia dificultará la coherencia con nosotros mismos.
Pienso que debemos distinguir entre una tolerancia negativa y otra positiva. Una tolerancia negativa consiste en la ausencia de principios, ideas o creencias. Una creencia está muerta si no se cuestiona, si no se discute. Sin embargo, está viva si hay que luchar por mantenerla.
Ser tolerante no lleva consigo la abdicación de lo que uno cree o piensa. Defender una idea no es dogmatismo. Es tan sencillo como tener convicciones.
Por supuesto, no todo puede ser tolerado. Este es el dilema. ¿Existen criterios que nos digan qué podemos tolerar y qué no? ¿Podemos fijar algunos? Si existen unos valores universales proclamados, los derechos humanos, ellos deberían ser los límites de la tolerancia.
Las ideas, mientras sólo sean eso – ideas- pueden ser tolerables. Aunque algunas de ellas rechinen. Dejan de serlo en el momento en que se nos quieran imponer a la fuerza.
Continuará
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